En la esquina de
un portal canta un
niño
por necesidad,
el hambre y la sed lo
hacen trabajar.
Sus pequeños pies
descalzos y dañados,
buscan donde reposar.
Un perro flaco y
pulgoso,
lo ama de verdad,
fielmente lo acompaña,
bajo sol y lluvia…
juntos,
pasan penas.
En una banca agrietada
su cuerpo grácil
envuelve
con plásticos y
cartones,
a un lado su amigo de
cuatro patas,
Así pasan la noche
en una lúgubre plaza.
Bonito poema a una realidad que por desgracia, se incrementa e incrementa sin la conciencia que seria precisa.
ResponderEliminarun beso
Antonio
Antonio! Mil gracias por estar aqui tambien amigo, si por desgracia asi es una realidad ineludible en cualquier ciudad donde pongamos el ojo.
ResponderEliminarUn abrazo.