Hay conacastes y Maquílishuat
raíces abrazadas
de tiempo en tiempo,
el roció cuajado
en la hierba,
ardillas que
saltan de un árbol a otro
y aves chillonas
sacudiendo sus ramas.
Todo esto ocurre
todas las mañanas
en la entrada de
una casa blanca
con techo de
flores jazmín,
en su interior
existe un hermoso jardín,
de colores y
aromas sin fin.
Hay un sendero de
Hortensias que sin
prudencia te besa
al pasar,
te hechizan los
girasoles que amorosamente
te esperan para
arrullarte y no soltarte
hasta que vuelvas
a soñar .
El rojo intenso de
la rosas te enamora
con su delicada fragancia,
cascada de campanillas
lilas ilumina la pupila,
a la vera del
camino blanquísimos cartuchos
te guían a otra
entrada inesperada.
Con brisa
primaveral se mueven todos los pétalos
como un ritual
magistral,
la sonrisa del
atardecer se acentúa
y lirios y clavelinas
mantienen erguida su belleza,
gorrioncillos efímeros
se posan sobre ellos.
Tras un árbol Musa
con sus hojas salmón
te encuentras con
hermosas Violetas, pintas Orquídeas
engalanadoras margaritas,
diminutas Petunias,
lindas gladiolas, majestuosos
nardos, bellas amapolas
los naranja aves
del paraíso las infaltables Dalias.
las inconfundibles
veraneras seguidas de los claveles
que hacen matiz
con los Anturios y el madre cacao,
las azucenas y yerberas
están presentes
la prodigiosa flor
de maguey al lado de la begonia
todo es un festín
y derroche floral.
Excelsas y
deslumbrantes
plácidas viven
como en su propio habitad que parecen
partes de cielo suspendidas
en el viento
ilustrando cada día
este recinto mágico
las mariposas
azules.
Este poema fue terminado con la colaboración
de mi madre mi hermano Cesar y mi hijo Paúl.
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