Hay un camino de
rosas en un escondido jardín encantado
parece que los arboles
cantan, pero son avecillas aladas
que con el trinar agradecido sacuden las ramas,
tímidos conejillos
asoman su nariz bajo la ramada.
Ardillas y venados
detienen su paso al escuchar
la angelical
canción que la niña canta al pasar,
contemplando las
mariposas que juegan en el rosal,
dejando una estela
de amor fraternal.
Dice cantando… Quédate
conmigo esta noche
Y jugaremos con la
luna antes de ir a descansar,
las luciérnagas serán
nuestra lámpara verde
a la hora del cuento
de hadas que volando me llevara.
Hay unos ángeles
en la orilla de un rio de cristal,
que todas las
noches me esperan para mi carita lavar
me llevan a un salón
más blanco que las nubes,
donde creo hablar
con Dios, porque su voz me da paz.
Me habla muy suave
al oído y pierdo la razón,
caigo en un dulce
sueño de cascadas transparentes,
al amanecer y
abrir mis ojos plácidamente
estoy otra vez en los brazos de mamá.